lunes, 4 de julio de 2016

Lanzarote, junio 2016



Aunque la isla de Lanzarote es pequeña, lo cierto es que siete días no dan para conocerla todo lo bien que a uno/una le gustaría. Volcanes, playas de toda condición (piscinas naturales, grandes playas peligrosas al baño, playas bien venteadas y otras con aires exóticos), pueblos pequeñajos y dispersos con un cierto aire moruno y sobre todo mucho espacio. A ello hay que sumarle la isla de la Graciosa, la octava pasajera de Las Canarias, la octava isla poblada (500) que es todo un resumen de Lanzarote.

Nuestro primer alojamiento lo teníamos la turística localidad de Puerto del Carmen, antiguo pueblo de pescadores medio transformado en un resort para europeos de toda condición. El apartamento resultó bien situado, cómodo limpio y bien atendido. Dos peros que no lo desmerecen: La televisión hay que tratarle con el cuidado de un cirujano. Como se te vaya la mano en el mando a distancia la has cagado y aunque el aspecto general de los apartamentos es de limpieza lo cierto es que el ultimo día amanecimos con una cucaracha junto a la cama, boca arriba y con aspecto de infartada tal vez por el susto de ver aparecer sobre ella a un par de gigantes bípedos.

Pero bien, aprobamos el lugar, recomendable. Puerto de Carmen no parece tener nada destacable, nada que le diferencia de otro lugar costero de nuestra España. Con sus guiris, con sus tiendas de suvenir, con su playa. Para conocer Lanzarote hay que salir de allí, obviamente.

El segundo alojamiento (3 noches) lo tuvimos en la norteña localidad de Punta Mujeres con un ambiente muy diferente al de Puerto del Carmen. Nada de resorts, aquí predominan los apartamentos turísticos en casas típicas de la comarca, en muchos casos como el nuestro, la planta baja de una vivienda.

Para los siguiente las  fotos nos servirán de guion

Paisaje v





















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