Por el Finisterre mallorquín. Cabo Formentor
Si hay un
clásico en el turisteo español ese es Mallorca. Películas de los 60, viajes de
fin de curso, viajes del Inserso, despedidas de soltero, lunas de miel,
ensaimadas por los aeropuertos en las conexiones con otros vuelos, etc. Y eso a
nivel patrio. Luego tenemos a nivel internacional lo mismo más Magaluf. En fin,
que más pronto que tarde había que ir para allá. Yo nunca había estado, Eva si,
pero hace muchos años.
Asín que un
viernes nos plantamos en la calle 31 de diciembre, concretamente en el hotel
Colón para iniciar una periplo de nueve noches- diez días por la isla.
Hotel Amic
Colón: Un ejemplo justamente del turisteo tradicional. Hotel de buen aspecto
pero que sus habitaciones, obra maestra del encaje de los espacios, albergaban
alguna sorpresa. Las primeras noches se trataba de un baño minúsculo, y eso que
somos pequeños si fuéramos unos gigantes europeos no entramos ni por la puerta.
A la vuelta, la última noche, la habitación estaba rodeada de misteriosos
ruidos. Y no salió barato, 85 euros. Tampoco estaba mal.
Caminando por Alcudia
Alrededores del Monasterio de Lluc. Mucha caloret
Un manifiesto
Monasterio de Lluc
Visita. Tras la
pateada habitual por el centro del primer día, al día siguiente, sábado, salimos del alojamiento llenos de
ánimo y nos acercamos en una digna pateada al Pueblo Español, un proyecto muy
del franquismo en el que se reproducen monumentos de diversas partes de España.
Algunos están muy conseguidos, y en otras ocasiones la obra toma un carácter
Frankeinstaniano, por ejemplo, en la Plaza Mayor donde se mezclan las plazas de
Ciempozuelos, y el ayuntamiento de Vergara. En todo caso resulta bastante
curioso.
Por la tarde volvimos a patear el centro, más
Catedral, Almudaina, calles varias ya con la cabeza en el día siguiente cuando recogeríamos nuestro coche y empezábamos nuestro recorrido por la isla, algo que
apetecía. Así que ya, día siguiente, con nuestro Seat Ibiza nos dirigimos, corto trayecto, a la
otra punta de la isla, a la localidad de Alcudia, donde íbamos a pasar los
siguientes cuatro días en los apartamentos Carlos V, en el centro de la
localidad y que resultaron, pese a algunos detalles cutres, un lugar cómodo y
conveniente
Paisaje arido |
Aquí tenenos las cabrillas
Entrada a las Cuevas del Drac. Impresionante gentio multinacional
En Alcudia y
sus cuatro días nos dio tiempo a todo lo que se puede hacer por allí. Visitar
Cabo Formentor con su culebreante carretera y agrestes vistas. Las playas de
Puerto de Alcudia y Puerto de Pollensa, alguna cala, El Monasterio de Lluc y la
correspondiente parte de la Sierra de Tramontana y las, bonitas, localidades de
Pollentia y Alcudia donde rodeados de extranjeros, incluyendo el propio guía,
un tal Marcus, hicimos una visita guiada a la localidad, incluido el yacimiento
romano que alberga. Hay que mencionar que cosa de la multiculturalidad del
grupo, el recorrido era comentado en Español, inglés y alemán. Y todo por el
propio Marcus. Hay queda eso.
También
visitamos una tarde la también bonita localidad de Arta y algunas calas
cercanas.
De estos cuatro
días en la parte nororiental de la isla comentar que lo que más nos gustó, será
cosa de la edad, fue la tranquilidad general. Quizás el único lugar que nos
pareció algo estridente fue Puerto de Alcudia al que nos dirigimos caminando,
una noche en una pateada épica.
Y al cuarto día
llegó el momento de abandonar nuestro alojamiento los Apartamentos Carlos V en
el centro de Alcudia y tras entregar la llave a una chica que hacía de Manager
(mirada perpleja cuando le indicamos que sobre nuestra habitación a horas
tempranas se producián extraños movimientos de sillas, golpetazos varios,
arrastres de bombonas y demás acordes sonoros más propios de una discoteca poligonera
que de un alojamiento de gente europea y talludita) nos dirigimos, con parada
intermedia en una cala, a nuestro siguiente destino, el pueblo mallorquino, y
muy mallorquino, (esteladas, habla en mallorquín incomprensible) de Lluví.
Previamente confundimos nuestro camino y vimos que las carreteras de la zona
son un poco precarias. En nuestro alojamiento fuimos recibidos de forma más que
austera por su propietaria que nos enseño nuestro austera habitación, (sin TV).
Nuestra primera sensación tras venir de la bulliciosa Alcudia fue de quedarnos
un poco así, pero al final creo que mereció la pena pasar dos noches aquí,
cambiando un poco el chip y conociendo otra Mallorca, lo que no impidió que
volviéramos a ver el mar, todo está cerca, y a remojarnos nuestros maravillosos
cuerpos.
Y vamos
enfocando el final, volvimos a Mallorca, devolvimos el coche, y le dimos un
nuevo repaso, visita al interior de la espectacular catedral incluida, a la
ciudad de Palma. No vimos a ningún miembro de la familia real, no vimos los
famosos juzgados, ni al fornido segurata, ni acabamos de entender muy bien,
como The Times al parecer ha elegido a la capital balear como mejor ciudad para
vivir del mundo. Está bien, no digo que no, pero vamos yo me imaginaba algo
maravillooooso.
Conclusions:
Semana que
resultó muy agradable, tuvimos bastante suerte con el tiempo no nos llovió y
vimos un poco como viven las personitas que por allí habitan. Guiris de piel
enrojecida, andaluces emigrados, gente urbana castellano parlante, gente rural
mallorquinoparlante y participante en despedida de soltero/a. Creo que nos ha
dejado muy buen sabor y habrá que conocer las vecinas Ibiza y Menorca.
Interior de las cuevas del Drach |
Por Palma de Mallorca |
Exposición fotografica callejera en Palma. Abajo Idem |
Por la antigua Judería de Palma.
¿El padre Junipero?
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Por Artá