Hallstatt. Poblacion bonita, bonita. Petada de orientales
En una época algo inusual
para eso de irse de vacaciones (finales de octubre) nos marchamos a Austria con
idea de pasar ocho noches y sus 9 días en un recorrido que quedaba de la
siguiente manera: Viena (2 noches), Salzburgo (2 noches), Alpes (3 noches) y de
nuevo Viena (1 noche) para terminar. Visto y planeado así hay que decir que el recorrido
ofrecía un poco de todo: una gran ciudad (monumental), una más pequeña
(monumental también), un poco de naturaleza en un país que la tiene muy bonita,
y vuelta a otra gran ciudad con sus cosas civilizadas y eso. Bueno, hay que
decir que Austria es civilizada en cualquier lugar. A destacar la cantidad de
refugios que hay por la montañas.
Segundo lago de Gosausee. Muy solitario nos lo encontramos
Empezamos en Viena, lugar en
el que aterrizó nuestro vuelo a eso de las 11.30 o así en horario previsto. Del
aeropuerto a la ciudad cogimos el CAT, seguramente la forma más cómoda y rápida
de llegar a la capital austriaca, aunque no la más barata. Así y con todo a eso
de la 1 estábamos ya en nuestro Gran City hotel, muy bien situado, gran
desayuno y aceptable aunque algo extraña habitación (120 eurazos noche).
Primer lago de Gosausee
Nuestro primer día en la
ciudad fue la clásica pateada sin mucho criterio, lo que viene siendo un
contacto, un hacerte una idea sin mirar mucho la información, algo así como
andar a la buena de Dios. Su zona central si exceptuamos la catedral, puede ser
realmente intercambiable con la de muchas otras ciudades europeas: calles peatonales,
franquicias a gogo, etc. Pero rápidamente topamos con la zona monumental del
Hofburg y uno puede empezar a encontrarse con lo que se imagina habitualmente
cuando escucha el nombre de Viena. Esto es, grandes edificios, palacios
monumentales, estatuas gigantescas. Sí, estamos ante lo que fue la capital de
un enorme imperio situado en pleno centro de Europa. Ciudad que en 1815 albergó
el famoso Tratado de Viena donde se dio fin a las aventuras expansivas de
Napoleón, y se intentó, infructuosamente hacer que retornara y perdurara el Antiguo Régimen
que había levantado por los aires la Revolución francesa. Mucha historia en una
ciudad muy transformada de sus años medievales y modernos (históricamente
hablando) que sufrió un gran cambio al parecer en el XIX, tiempo donde se
diseñó y llevó a cabo el anillo monumental, un espectacular boulevard, que
rodea el centro-centro.
Ambiente imperial por el Hofburg
Este primer día pateamos y
pateamos, lo habitual. Comimos en un puesto callejero, la clásica salchicha
germana (que se agradece por cierto), volvimos al hotel a descansar un poco y
de nuevo más pateada. Haciendo caso a lo que dicen las guías, por la noche
completamos tres de los imprescindibles de la ciudad. Visitar uno de sus
famosos cafés, y pedir dos de los platos típicos de allí. La sopa y el famoso
schnitzel. De la cerveza no destacar nada ya que fue un habitual de todo el
viaje, eso si, siempre de trigo, ya podríamos haber pedido otro tipo pienso
ahora
La columna de la peste. Viena
El domingo aprovechamos el
descanso nocturno para prontito acercarnos a ver el Danubio. Un rio, creo que
el más largo y caudaloso de Europa, si no me equivoco, que nunca había
contemplado. Allí nos dirigimos en otra pateada mañanera que nos adentró en la
Viena de los espacios verdes. A destacar el enorme puente que cruza el Danubio, construido
según se puede leer por los soviéticos en 1945 y que da acceso, además de a otra
parte de la ciudad, a una importante zona verde en las islas que se forman en el
enorme río. Posteriormente y en otra espectacular caminata nos acercamos al
famoso parque de atracciones del Prater. Un recinto famoso, con un airé demodé,
retro y vintage. También podemos llamarlo viejuno. Este viejo parque de
atracciones, gratuita la entrada al recinto, es otro de los lugares más famosos
de Viena y es recordado por servir de escenario a la famosa película el Tercer
Hombre.
Más de Hallstatt. La prehistorica Cultura de los Campos de Urnas tuvo su origen aquí
Palacio y gente. Viena
Strauss dándole al violín (creo). La música clásica es una de las señas de identidad de Viena
El Parque de atracciones del Prater. Mucha historia y mucho cine. Nos gustó mucho. Curioso ambiente
Palacio del Belvedere. Viena
Más palacio del Belvedere
Salzburgo
El lunes es el día para
cambiar de aires. Los de Viena por lo de –Salzburgo que prometen estar algo más
limpios, allí, junto a los Alpes. Nos cogemos el metro, luego el tren … pero
empezamos mal. Resulta que pedimos el billete más baratito y tras montarnos en
un tren atestado de gente, decidimos cambiarnos al siguiente, cinco minutos
después. Este otro tren resulta sospechosamente maravilloso: no hay nadie, es cómodo,
limpio, amplio, huele bien. Así que… efectivamente, en la primera parada una
amable revisora nos indica que nos hemos metido en el tren que no nos
corresponde, este es el bueno y caro, y nos da dos opciones o seguir en el tren
pagando la diferencia unos 25 euros más por cabeza o así, o bajarnos y esperar
al que nos corresponde que, Dios bendiga la red de trenes austriaca, justamente
va a tardar 5 minutos en aparecer en dirección igualmente para Salzburgo.
El famoso castillo de Salzurgo al fondo. Los señores de la foto no los conocemos
Eva y su afán de protagonismo. Palacios y palacios. Salzburgo
Finalmente y sin ninguna
incidencia más nos plantamos en
Salzburgo. Nos aposentamos
en el hotel y nos disponemos a patear la ciudad. Bonita, el sol rompe la niebla
que traíamos desde Viena. Salzburgo, "la Roma de los Alpes", "la ciudad de la
música" y la "capital del Barroco" dicen de ella los tópicos, se presenta como una
ciudad mu bonita. Turística a más no poder, resulta pintoresca a la vez que
bonita. Por cierto tiene sabor español. En cada esquina tenemos a un gitano
rumano de esos que proliferan por España. Alguno nos dijo algo en español,
intuyendo de nuestro aspecto nuestra nacionalidad demostrando una más que notable capacidad de deducción.
Que duro estar ahí con el frio que hace por aquí.
El primer día lo dedicamos
íntegramente a patear la ciudad, destacando su barroca catedral y sus barrocas
iglesias. Por cierto, aquí empezamos a notar, sobre todo tras en cambio
horario, las costumbres de la zona. Fuimos a dar una vuelta por el centro a eso
de las 7 u poco más y no había ni Cristo. y cuando digo ni cristo, quiero decir
la plaza de la Catedral vacía. Nadie nadie. Es lo que tiene hacer turismo un
lunes de finales de octubre
Eva jugando un rato. Interior del Castillo de Salzburgo
Palacio de Salzburgo. Es el horno más decorado que he visto nunca.
El martes. Segundo día en
Salzburgo.
Por la mañana, aprovechando la
energía mañanera nos dirigimos a visitar el famoso castillo de Salzburgo.
Situado en una airosa elevación sobre la ciudad el castillo por momentos recuerda al Alcázar de Segovia (me parece más
bonito el segoviano). Eso si, una vez llegados allí tras ascender en un
teleférico que compartimos con un montón de orientales lo que te encuentras es
en una minipoblación que debía de dar servicio a los puntuales moradores del
castillo, los mandamases de Salzburgo y comarca, al parecer eclesiásticos,
arzobispos y obispos no me acuerdo muy bien en un régimen de tipo feudal. La visita (12 o 13 euros) nos lleva
casi cuatro horas (tardamos 5 en la Alhambra) y resulta bastante interesante,
ya que alberga diversas colecciones de armas, fotografías, salas, etc etc, además
de ofrecer unas grandes vistas.
Por la tarde finalmente decidimos
ir al cine, es ya costumbre, especialmente en invierno, y vemos en la filmoteca
de Salzburgo la última película de Ken Loach, Jimmi‘s Hall o algo así. Mola ver
el ambientillo de cine (con su abundante personal femenino) y volvemos a
comprobar como pasó en Múnich que estas salas de cine urbanas atraen a
personajes extraños a lo mejor es por el tiempo tan frio que hace fuera.
Pateada final por la ciudad
y al hotel, yo poco católico, por cierto.
Catedral o iglesia de Salzburgo. Barroco a tope
Caminando por Salzburgo te encuentras cosas como estas
Ferleiten. Parque Nacional de Hohe Tauern. Los glaciares asoman muy cerquita
Miércoles. Este es el día de
recogida del coche que nos iba a permitir adentrarnos por los Alpes con la
libertad que da un coche.
A las 10 estamos como unos
clavos en el con, un flamante Golf y tras algunos problemillas con el freno de
mano (un botón) y con el arranque (hay que pisar embrague y freno d emano)
conseguimos ponernos en carretera. ¿Nuestro objetivo?, la famosa Glossglockner,
la carretera panorámica que cruza el Parque nacional de Hohe Tauern. El día es
buenísimo, según vamos abandonando los valles se va abriendo la persistente
niebla y tenemos un día otoñal del lujo. Vamos avanzando, avanzando y llegamos
finalmente a nuestro punto de inicio, el peaje de (hay que retratarse, 27
eurazos por coche). Pero, me cago en to, está cerrada la carretera. Habrá nieve
arriba o lo que sea. Nada, pues nos bajamos y nos ponemos a darnos un paseíto
no sin antes saludar a unas alpacas andinas transferidas, Dios sabe quien tuvo
la idea, a las montañas de Heidi. Lo que comienza siendo un tranquilo paseo, se
va convirtiendo en todo una bonita caminata hasta el cierre final del valle. El
día se muestra fantástico, no hay ni viento, soleado y el paisaje de gran
belleza. Bien, casi nos alegramos de que la carretera esa estuviera cerrada y
poder pasear por estos lugares. A eso de las 3 y media retórnanos al coche y
nos ponemos en marcha hasta nuestro siguiente destino en la localidad de Bad
Hofgastein donde nos alojaremos las dos siguientes noches.
Ferleiten
¿Inspirarían estas montaña a Hitler?
Segundo día por los Alpes. Durante cuatro horas no vimos un alma
Nos levantamos, desayúnanos
como unos campeones y nos ponemos en marcha hasta el fondo del valle de los Gastein, concretamente a la población de Blockgastein donde dejamos el coche y aprovechando el nuevamente fantástico día buscamos un sendero y nos ponemos
a caminar. Seguiremos un camino que trepa por la montaña, solitario al máximo sin ver a nadie durante al
menos 4 horas. Nieve a patadas. Con las botas y
calcetines mojados a eso de las 3 y media, nos vamos directamente a nuestro
hotel a ponernos calzado seco y aprovechamos para dar un agradable paseo por
los alrededores del pueblo, ¡¡ qué bien preparadito lo tienen todo¡¡ y ya no
nos queda si no cenar, estirar un poco las piernas y a la piltra.
Viernes.
Cambiamos de valle y nos
vamos a la zona de Hallstatt, concretamente primero a la localidad de Gosau.
Pasamos por delante de nuestro alojamiento sin entrar ya que es cuestión de
volver a aprovechar la luz y nuestra idea es hacer una ruta que pasa por dos
lagos. Así que otra pateada con una minimochila que sirve para llevar agua,
algo de comida y poder meter algo de ropa si te sobra. La ruta es quizás la más
otoñal que hacemos, pasamos por un bosque de abetos con hayas y arces. (A
destacar la presencia de alerces amarillando también). Desde Gosausee se pasa
primero por un lago junto al parking y luego en menos de dos horas de pateada
se puede llegar a otro laguito más pequeño al pie de un glacial, en un lugar
muy solitario, por lo menos cuando estuvimos nosotros ya que no había apenas
nadie más. Mucha nieve también y algunos desprendimientos observamos por el
circo.
Tercer día por los Alpes. Gosau. Mucha nieve y mucha soledad
Nuestro alojamiento en Gosau.
Por la tarde tras chekinar
rápidamente en nuestro nuevo alojamiento nos vamos a Hallstatt turística
localidad a apenas 15 minutos de Gosau muy famosa por su situación al pie de un
lago, con sus casas de madera en plena vertiginosa ladera al pie de un monte.
El pueblo está lleno de japos, o mejor digamos orientales. Deben de ser, parece
increíble, el 70% de los turistas que se encuentran. No había visto tanto
oriental desde que estuvimos en Japón.
Entrada al Hofburg. Viena
Catedral de Viena. La foto no es muy buena y el habíto de poner publicidad en los andamios no favorece mucho a la vista. Impresiona mucho este edificio
Entrada al Museo de historia de Viena. Tenían una exposición sobre Velázquez que estaba a reventar de gente. Interesante la colección de Brueguel el Viejo
Dioses mitológicos y esas cosas. Bastante impresionante en directo
Nos levantamos, desayunamos,
Eva prepara unos sándwiches clandestinos aprovechando el buffet y nos ponemos
en dirección a Salzburgo donde dejamos el coche, cogemos en menos de 20 minutos
en tren a Viena y nos ponemos en la ciudad Imperial pasada la una de la tarde.
Nos vamos a nuestro alojamiento el Wombat Hostel, dejamos las cosas y nos vamos
para el centro aprovechando el gran día que hace, no hay niebla. Pateada por el
centro y visitamos el museo de Historia de Viena donde nos encontramos con una
exposición sobre Velázquez, que casualmente había inaugurado nuestra reina
Leticia unos días antes. Este museo tiene uno de los interiores más espectaculares
que hemos visto. A destacar la sala dedicada a Brueghel el Viejo, al parecer la
más importante del mundo de este pintor flamenco y también curioso fue ver el
éxito de la exposición sobre Velázquez, estaba verdaderamente abarrotado.
Y por la tarde no nos queda
si no patearnos otra vez al centro, volvimos a cenar en el mismo sitio que una
semana antes, a destacar la cerveza que allí mismo fabricaban y ya con un
cambio de horario notable a eso de las 11 estábamos de vuelta en el hotel
(parecían las 2 en horario español)
Y al día siguiente, poco
más, nos fuimos andando hasta el tren por eso de ver un poquito más de la
ciudad y nada, pa Madrid.
Gosausee
País más ordenadito
Escuela en Bad Hofgastein. Literalmente. Deja a tu niño, dale un beso y largaté.
La fauna se muestra muy confiada
Dando un paseito al atardecer (cuatro y media) por Bad Hofgastein
Anduvimos bastante. Aprovechamos los buenos días y la poca luz
Valle de Gastein. Destino de Esquí
Se está mejor aquí que trabajando.