martes, 13 de diciembre de 2011

Córdoba. Diciembre 2011

Álcazar de Córdoba. Los Reyes Católicos y Colón (petrificados)

      Después de desechar, por diversos motivos, un viajecillo al extranjero, así, de aires navideños, decidimos pasar unos días, en Córdoba, concretamente tres nochecitas. Para escribir la correspondiente crónica que acompaña a las foticos, esta vez he pensado en hacerla de modo algo diferente. He pensado que poner descripciones de los monumentos es un poco rollo (para mi). Así que nos vamos a servir de la ayuda inestimable de Davillier, viajero e hispanista francés que allá por 1870 (ma o meno, ni siquiera lo miro) escribió su "Viaje a España", libro que lleva las famosas ilustraciones de Gustavo Doré, quien creo, le acompañó en este viaje.  Un inciso, que nos sirve para situarnos, es que estas lineas están escritas desde el ordenador público del Hostal Santa Ana, en pleno centro histórico de Córdoba. Un alojamiento muy conveniente, perfectamente situado y con una habitación con solo una pega, y es que casi no tiene luz, de la eléctrica digo. Coño, que pasa, que la gente no lee?? ¡¡ que diferencia con Islandia¡¡



Interior de la Mezquita

         El tiempo ha sido inmejorable, bueno quizás un poco fresco por las noches. Eso si, en compensación el tiempo durante el día es tan bueno que uno se puede sentar al solete ya sea en un banco, una repisa o una terraza y se está de maravilla. Para el que no conozca Córdoba comentar que tiene una curiosa y apropiada distribución. Un casco histórico, de calles estrechas, muy bien conservado, donde en ocasiones tienes la impresión de encontrarte en un pueblo grande más que en una ciudad de mediano tamaño. Luego tiene lo que es área comercial en los los alrededores de Plaza de las Tendillas, autentico pulmón comercial si es que sirve este nombre. Esto hace que el turista esté un poco aislado de la vida cotidiana del cordobes pero facilita el turisteo. vaya una cosa por la otra.

        Básicamente nos dedicamos a patear las calles,  visitar los principales monumentos, sentarnos a comer  y disfrutar del  sol, durante el día. Algo que nos llamó mucho la atención fue la filmoteca de la ciudad. Decidimos ir a ver una peli, Operación Cicerón, cojonuda por cierto y la sorpresa, además de lo curioso, un bonito edificio, de la instalación y del comportamiento de los cordobeses, había ya gente sentada media hora de que empezara, fue cuando compró Eva las entradas. Un euro ochenta costaba entrar... los dos. Menos de un euro para disfrutar de casi dos horas de peli. Genial¡¡¡

Y ahora ya es tiempo de dejar que Davillier se exprese y nos cuente sus impresiones de la ciudad hace ya casi 150 años.


Exterior de la Mezquita

"Nuestra entrada en Córdoba por el ferrocarril casi nos hizo echar de menos los buenos tiempos de las diligencias. Bien es verdad que entonces se llegaba deshecho, agotado por la fatiga, blanco por el polvo, después de haber sido traqueteado en el camino durante cuarenta, sesenta horas y a veces más en un coche de mala suspensión y demasiado estrecho.
Pero en compensación la entrada en Córdoba era magnifica. Después de haber dejado atrás la Carrahola, majestuosa torre del siglo XIV (ahora alberga el museo de las culturas que visitamos) rematada por almenas se atravesaba el soberbio puente de seis arcos sobre el Guadalquivir, que defendía esta antigua fortaleza. A la derecha y a la izquierda se divisaban las antiguas murallas de la ciudad, rematadas por torrecillas árabes , por encima de las cuales se elevaban los elegantes y esbeltos troncos de las palmeras, que se reflejaban en las tranquilas aguas del río."

Los Alcázares

"Una vez dentro de la ciudad se recorría un laberinto de calles estrechas, tortuosas y desiertas para llegar hasta la fonda. Este es aún,  por lo demás, el aspecto de la mayor parte de los barrios de Córdoba. A veces se diría, sobre todo en la hora del calor fuerte, que los habitantes han abandonado su ciudad."


Maimonides (petrificado)

¡Todos a visitar la mezquita¡


"Antes de entrar en la Mezquita atravesamos el Patio de los Naranjos. ES un amplio y agradable recinto. Su pavimento es de losas de mármol y tiene enormes naranjos y limoneros, palmeras y cipreses que forman una espesa bóveda de verdor, bajo la cual brotan las fuentes siempre frescas.
Se entra a la Mezquita de Córdoba por siete puertas de regular altura; sus adornos son de un gusto muy puro y sobrio a la vez. Los muros exteriores, coronados por almenas dentadas, desgraciadamente están cubiertos de esa capa amarilla que a veces se ve tantas veces en los edificios españoles. No hay aquí una monumental fachada ni un gran portal como en las iglesias de la edad Media. Se diría que el arquitecto ha querido exagerar la sencillez del exterior a fin de aumentar más el efecto pasmos del esplendor del interior"


Plaza de la Corredera

"La gran plaza de Córdoba, llamada antiguamente la Corredera, porque se daban en ella corridas de toros y justas, se ha convertido en la plaza de la Constitución. Es un gran cuadrilátero irregular, rodeado de casas que descansan en arcos y que tienen tres pisos de balcones de madera, de aspecto bastante ruinoso, en los que se secan pingos de todos los colores. La calle principal, la Feria, donde se ven algunas tiendas, es la única que tiene algo de animación."


Interior de la mezquita. Oriente en Occidente



Mola, eh¡¡

Imposible describir la impresión que se experimenta cuando se entra por primera vez en al Mezquita de Córdoba. Las innumerables columnas que soportan la bóveda del templo forman, entrecruzándose  como los árboles de un bosque, lejanas perspectivas que cambian a medida que uno penetra más hacia el interior.
Los autores árabes hacen extraordinarios relatos sobre el alumbrado suntuoso de la mezquita en tiempos de los árabes: más de siete mil lámparas, según unos; cerca de doce mil según otros, estaban encendidas de día y de noche. Una particularidad bastante curiosa es que entre estas lámparas se encontraban dos campanas que provenían de la catedral de Santiago de Compostela y que Almanzor había hecho traer de Galicia a hombros de esclavos cristianos.

Hablando Davillier de las construcciones cristianas, del templo que alberga dice los siguientes:
Todas estas cosas, que estarían en su sitio en una iglesia corriente, chocan singularmente con la noble sencillez de la arquitectura árabe.


Atención a lo que cuenta Davillier sobre esto

Sobre la tosca cruz que supuestamente talló un esclavo cristiano encadenado a una de las columnas muestra Davillier sus dudas
“Nos permitimos hacer la observación a nuestro guía, tocando la columna con la mano, que el mármol negro veteado  de blanco de que estaba hecha es el más duro y añadimos que nos costaba trabajo creer cómo la uña de un hombre había podido reemplazar a un cincel de acero. Esta observación sobre una leyenda que el había contado varios centenares de veces, pareció ofender tan vivamente a nuestro hombre, que nos apresuramos a declararnos de su opinión, diciéndoles que si nos habíamos permitido aquella observación sobre la dureza del mármol fue simplemente para hacer resaltar el buen temple de la uña del cautivo.
El bajorrelieve va acompañado de una esta inscripción en versos latinos, digan de un alumno de cuarto curso y que explica como “mientras que los mahometanos celebraban sus orgías en este templo, el cautivo invoca la verdadera divinidad de Cristo. La imagen que lleva en su corazón la ha fijado con ayuda de su uña sobre el mármol más duro y al mismo tiempo que se redime de antemano adquiere así la aureola del mártir.

Catedral en la mezquita

Catedral. Retablo renacentista


Virguerias cristianas en la mezquita. ¡¡para huevos los nuestros¡¡


Dos obras maestras de la arquitectura. De la humana, yo, de la constructiva, la torre-minarete


Puente romano. Entramos en la vieja Córdoba



El Cristo de los Faroles

Plaza de la Corredera


Tortolitos

Calles de Córdoba

Medina Azahara, las ruinas, no el grupo.


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