Impresionantes vistas desde el Puente Nuevo. Ronda
Tras tres Semanas Santas seguidas en el norte, León, Vitoria
y Bilbao, este año decidimos cambiar de rumbo y dirigirnos hacia el sur. Más
concretamente pensamos en las andaluzas
y más concretamente malagueñas localidades de Ronda y Antequera, planteándonos
pasar las cuatro noches en la primera de ellas, y finalmente decidimos, creo que de forma inteligente, hacer tres
noches en Ronda, (Hotel Morales) y una en Antequera (hotel?). Desde luego todo un montón de cosas que ver en las dos
localidades.
Con la idea de evitar atascos y tirar millas rápidamente nos
pusimos en carretera hacia las 10 de
la mañana del miércoles. La previsión meteorológica
que unos días antes parecía catastrófica, fue mejorando en los últimos días y
hay que decir que se cumplieron
los pronósticos. El tiempo no es que fuera para echar cohetes pero vimos el solete
y no acabamos empapados. Bien¡¡¡
Puente Nuevo Ronda
A eso de las cinco de la tarde chekinabamos en Ronda, concretamente en el
hotel Morales, un modesto establecimiento hostelero, que gusta de autodenominarse
friendly hotel. (Últimamente parece que se ha puesto de moda estas palabrejas
inglesas, como slow y demás. Ya no saben que inventar.) El alojamiento resultó austero, suficiente eso si, limpio, bien
atendido y céntrico. Y todo ello por 45 euros noche en Semana Santa. ¡¡Qué más
podemos pedir¡¡
Lo que quedó de tarde
del miércoles la dedicamos a patear un poquito la ciudad, a hacernos una
composición de lugar, y creo que tuvimos ya nuestro primer contacto con alguna
procesión, aunque ya no nos acordamos muy bien.
Eso si, la primera impresión, una vez te adentras en el centro es que es
una población muy, muy bonita.
Plaza de toros. Ronda
Para el jueves, y visto que la previsión le daba como uno de
los días de mejor tiempo, decidimos acercarnos a la llamada Sierra de la Nieves para intentar encaramarnos
sobre su máxima altura, el pico Torrecilla, con sus 1919 modestos metros, pero
una excursión realmente bonita, como ya habíamos leído. Desde luego estamos
ante una zona muy interesante, cercana a la vecina Sierra de Grazalema, uno de
los puntos más húmedos peninsulares. Humedad que seguro que ha permitido que
aguantara una especie arbórea aparentemente extraña a estas latitudes sureñas.
Concretamente el abeto local, relicto, conocido como Pinsapo. Una de las joyas
de la vegetación andaluza. Y allí entre la niebla de la mañana atravesamos el
famoso pinsapar, bosque que por cierto tiene sorprendentes por el tamaño,
ejemplares. Y no es la única joya arborea de la ruta. Tras pasar el puerto de los
Pilones nos encontramos otra rara especie, el llamado Quejigo de montaña que aparece
diseminado hasta casi la propia cumbre de la Torrecilla. Bonito recorrido que
hicimos por momentos de forma sorprendentemente solitaria.
Cumbre de la Torrecilla. Un auténtico "mil"
Ambiente desolado
La ruta desde luego está muy bien. Además de las vistas, el
tipo de paisaje, la variedad de la vegetación y lo bien señalizada la hace muy
recomendable. El jueves por la tarde pues seguimos con las procesiones, creo
que fue cuando vimos desfilar a los legionarios, interesante espectáculo que nos
ha hecho casi sabernos el himno de la Legión. No paraban de cantarlo durante la procesión.
Y nos ponemos en el viernes. Ese era el día que íbamos a
dedicar por completo y a horas de luz a la ciudad de Ronda. Y allá que salimos
optimistas del hotel. ¿Qué se puede ver en Ronda?
Antes de nada comentar que la entrada que se hace en la
localidad viniendo desde la nacional IV no es desde luego la más espectacular.
Entras por una especie de polígono industrial que te preguntas dónde esta ese
espíritu que enamoró a tantos viajeros extranjeros en el pasado. Pero una vez
llegado al centro la ciudad es desde luego espectacular. El núcleo central, turísticamente hablando, está en el famoso Puente Nuevo, de colosales medidas, que
se leva sobre un barranco de unos 100 metros de profundidad por aquí, un desnivel que llega
a los 200 en otras partes de la localidad. Las vistas son, obviamente, espectaculares. Para
bajar al fondo del puente, hay un pequeño camino que te lleva a la misma base.
Un camino nada difícil, pero que no tiene ninguna medida de seguridad por cierto.
Además del famoso puente y del emplazamiento de la ciudad
(sobre una meseta, en el borde del “tajo” y de un precipicio) hay que destacar
también la zona antigua, con una disposición de calles muy andaluza, heredera
de su pasado moro y que desde luego es un placer patear.
Ahí nos han fotografiado junto al fantasmal quejigo (estas fotos nos las hizo un malagueño que se ofreción a enviarnoslas por Internet. Gracias)
La escasez de fotos (se nos estropeó la cámara) hace que reproduzamos esta por poner algo
En cuanto a los monumentos, me quedo con el minarete
empotrado en una iglesia cristiana (San Esteban?), el ayuntamiento, la Real
Colegiata, los Baños árabes, los viejos puentes. También a destacar la visita a la antigua plaza de toros,
una de las más viejas de España, el museo del bandolero y el de la ciudad.
En todo caso Ronda lo que más nos sorprendió fue la enorme tranquilidad que
despierta, pese al gran número de turistas. Parece una ciudad tranquila y
apacible, bien preparada y organizada. Y no especialmente cara. Llena de
locales donde comer o tomar algo. La verdad es que nos gustó mucho.
Vistas desde el pueblo de Ronda
El sábado tras visitar la plaza de Toros de Ronda, visita
recomendable, no tanto por la parte interior del edificio de la plaza de toros,
el viejo coso con más de 250 años, que
por si solo no justifica los 6 euros de entrada si no porque su interior
alberga un par de museos interesantes (eso si no recomendado a pacifistas y
antitaurinos), uno de armas y otro de tauromaquia. Tras la visita nos pusimos
en dirección a Antequera donde íbamos a pasar la última noche de la Semana
Santa 12-13. Directamente sin pasar por el hotel nos dirigimos a su famoso Torcal,
al que se llega tras subir, por carretera, casi quinientos metros de desnivel. La verdad es que
se trata de un paraje muy interesante caracterizado por las extrañas formas que
la roca caliza más la erosión a lo largo de millones de años ha diseñado.
Caminamos, no sin ciertas dificultades por el estado del terreno, resbaladizo,
por un sendero marcado que en dos horas, algo menos realmente, te da un vueltecita
por este curioso paraje a medio camino de
la Pedriza y la Ciudad encantada de Cuenca.
Tras ponernos de barro hasta las cejas, al menos el varón de la pareja, chekinamos
en el hotel de Antequera a eso de las 6 de la tarde y Todavía nos dio para dar
un pequeño paseo por los alrededores, subir a la antigua Alcazaba y finalmente
cenar en un surrealista lugar, creo que de nombre restaurante Parreño. Difícil de
describir, digamos que parecía anclado en el pasado por su personal, por su
aire, por su ambiente, pero eso si, lo que comimos y pedimos, con lógica prudencia,
estaba bueno. Las cosas como son.
Torcal Antequera
Tornillo del Torcal de Antequera
Antequera
Dolmen de Menga
Murallas de la Alcazaba. Antequera. Foto Wikipedia
Real Colegiata de Santa María la Mayor. Estatua de Pedro Espinosa
Y ya solo nos quedaba la mañana del domingo antes de poner
rumbo a Madrid. Todavía nos dio tiempo para visitar, esta vez por dentro, la
Alcazaba y la antigua colegiata. Visita de 6 euros pero que sin duda merece la
pena. La antigua fortaleza por su emplazamiento ofrece espectaculares
vistas, y la visita al templo cristiano
también merece la pena. Curiosamente también se ofrece la recreación teatralizada
de la leyenda de los enamorados, (mora y cristiano) que tuvo al vecino Peñón
de los Enamorados, como escenario.
Finalmente nos acercamos a los famosos Dólmenes de Antequera
Menga, Romeral y otro que no me acuerdo, principales ejemplos del megalitismo
europeo. Sorprende desde luego imaginar la construcción de estos monumentos por
lo que tienen de movimiento de enormes piedras. Eso si, si lo comparamos con
otros contemporáneos, como por ejemplo las pirámides egipcias la comparación
resulta odiosa. Eso si, sorprende pensar que les llevaría a aquellos antepasados
a dedicar sus esfuerzo para hacer todo esto con las herramientas de entonces.
Pero bueno, no conocían de sofás, ordenadores, teles, libros, ni futbol. En algo
tenían que entretenerse.
Y ya no nos queda si no comentar el atascazo de vuelta.
Seguramente uno de los más grandes de mi/nuestra vida
Estos Japos andan por cualquier lado
¿Blas Infante?
Más vertiginosas vistas desde el puente Nuevo